martes, 20 de julio de 2010

Inseguridad y pasividad mexicana.

Últimamente me he preguntado ¿Cómo cerrar los ojos y cerrar los oídos, ante la evidente inseguridad de la sociedad en la que vivimos? ¿Cómo negar que nuestro país esta en guerra, y que el crimen organizado tiene tomado el poder de importantes ciudades? Los últimos acontecimientos de autos bomba, asesinatos de policías y periodistas, secuestros, balaceras en sitios públicos, y los narco-mensajes, son muestra de ello.
Es más, hasta se han ido perfeccionando e integrando nuevos elementos de comportamiento de violencia, que ya se habla de terrorismo. Situación que incluso ha generado el desasosiego de los Estados Unidos, y que ya interviene en proponer soluciones y vigilancia todavía más exacerbada en su frontera. Pero no, en México no pasa nada, todo son rumores, ni es tan grave la cosa, todo esta quedando bajo control… y si ya se ve una perdida de soberanía, mejor no se dice.
Si nuestro entorno inmediato no esta cargado de miedo o de inseguridad somos afortunados, pero cada día oímos, vemos en los medios de comunicación el alto nivel de guerra y de violencia que vivimos como país. Aunque las autoridades no lo quieran reconocer, y aunque algunos ciudadanos prefieren no enterarse. Pero esta ahí, esta aquí.
Parece falta de control y de estrategia del gobierno mexicano para encontrar una o varias soluciones. Y aunque cada día hay varios mensajes televisivos y de radio, en donde nos dicen, estamos en la lucha hay que aguantar, no se ve claro ese avance o esos logros que pregonan, y si una lista de muertos que se incrementa.
Pero, ¿Por qué que la población mexicana sigue pasiva? ¿Por qué no nos manifestamos y mostramos nuestra solidaridad a esas poblaciones que tienen tan alto nivel de violencia? ¿Por qué los mexicanos no salimos a gritar, ¡Basta!?
Parece un silencio social que permisivo, un silencio social que acepta, un silencio social que da paso a la inseguridad y a la violencia, sin respingo ni enojo. Un silencio social cargado de individualismo, de ceguera y de sordera social.
¿Hasta cuando dejaremos de estar sordos y ciegos para actuar, y darnos cuenta que el bienestar de la colectiva, de los demás, representa también la oportunidad de una mejor vida en lo individual?

Pero no, ahora hasta podemos encontrar la venta de seguridad individual y familiar, como esos “cotos habitacionales”, en donde te garantizan seguridad, e incluso yo diría convivencia con los de tu misma casta, así que no hay riesgo de relacionarte con personas equivocadas. ¿Cuándo saldremos de nuestro “coto” que limita la relación social, la identificación de los otros, de la sociedad?

¿Cuándo terminará este silencio social?

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